Por Celestino Cesáreo Guzmán
Vivir en Guerrero es caminar entre contrastes. Es mirar desde la montaña cómo las comunidades son tierra fértil para la desesperanza, por el abandono de los caminos, las escuelas, los centros de salud, el deficiente servicio de luz.
Es asomarse al mar y esperar los proyectos de renovación y proyección del gobierno federal, y, mientras esto sucede a cuentagotas, encontrar turistas que con frecuencia se alejan de nuestras playas, pero también escuchar las voces de quienes han tenido que cerrar su negocio o migrar por falta de oportunidades.
En este, nuestro querido Guerrero, donde algunos ya no sabemos si el
nombre que nos da identidad es motivo de orgullo o condena, ya que la vida siempre ha sido luchar, luchar, luchar… gobernar no puede ser solo administrar la pobreza y las protestas; se trata de motivar a la mayoría, levantar la mirada y, juntos, construir la paz, generar confianza entre nosotros y abrir un futuro mejor para todos y todas.
Desde el Partido de la Revolución Democrática vemos con claridad que Guerrero necesita un plan para salir de esta etapa crítica. No basta con celebrar cifras aisladas o actos simbólicos. Hace falta una ruta estratégica y colectiva para devolverle al estado condiciones de gobernabilidad y seguridad sostenibles, que permitan reactivar su economía, especialmente en zonas turísticas como Acapulco, Taxco o Ixtapa Zihuatanejo, pero también en regiones productivas como las costas, la Tierra Caliente, la zona Norte, la zona Centro, la Montaña y la Sierra.
Los desafíos están marcados por tres grandes frentes: la violencia, la debilidad institucional y el estancamiento económico.
En paralelo, la baja ocupación hotelera evidencia que el turismo no logra recuperarse del golpe que significaron los huracanes y la pandemia, de acuerdo con estimaciones recientes. Ante el primer anuncio de mal clima, Acapulco se vacía de visitantes.
Desde la oposición, ante los daños climatológicos recientes, proponemos una agenda de reconstrucción con enfoque territorial, integral y con diálogo entre todos los sectores. Solo debe haber justicia en este tema.
Es urgente construir un acuerdo estatal por la gobernabilidad; a la estabilidad política le sigue el desarrollo económico; no puede ser al revés. La confrontación entre poderes, los pleitos entre autoridades que deberían coordinarse, enrarecen más el ambiente. Guerrero necesita un plan. Y necesita unidad genuina.
Desde el PRD somos una oposición que señala errores, exige resultados, pero también propone. Nuestra historia está ligada a las causas del pueblo guerrerense, y en este nuevo comienzo no seremos ajenos al sufrimiento ni a las oportunidades.
Guerrero necesita un plan. Porque nuestro estado también es su arte, su cultura, sus bellezas naturales, sus tradiciones, su dignidad, sus estudiantes, sus mujeres valientes, sus hombres de trabajo honesto, sus pueblos que no se rinden. Vivimos entre la esperanza y la incertidumbre, sí, pero todavía estamos a tiempo de inclinar la balanza hacia un mejor destino. Un futuro mejor no llegará ni por decreto ni por gracia del gobierno federal; llegará si lo construimos juntos, unidos, organizados, con instituciones fuertes, con justicia y con desarrollo. Ahí está la tarea. Y ahí estaremos. Lo veremos.